EL CLIMA

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7/23/2014

Quequén. Libre, autónomo y con identidad propia



Por Miguel Correa**

Soy consciente que el tema que abordo es polémico, cargado de pasión, visceral y provisto de un sentimiento muy poco experimentado por muchos que reclaman su independencia. Me refiero a la autonomía para Quequén. Durante muchos años, quizás por el espacio que ocupaba profesionalmente, estuve convencido que la autonomía era contraproducente para Quequén y que quienes la reclamaban estaban influídos de una pasión inentendible.

Hoy la perspectiva que pueden dar los años, la independencia de pensamiento y otras cuestiones bastante menores me hacen pensar totalmente lo opuesto: ¡Quequén debe ser autónomo! Es un derecho que le pertenece a quien vive allí hace años, a quien nació en Necochea pero que era de Quequén de origen, y que debió ser inscripto como necochense.

Hasta podría pensarse que es una inmoralidad semejante situación.

Si pudiéramos elegir, seguramente preferiríamos vivir con autonomía hasta el último día de nuestras vidas. Y a esta altura de la historia de ese pueblo postergado, olvidado, y menoscabado, es su hora: Debe ser autónomo.

A que llamamos autonomía? A la capacidad de controlar, afrontar y tomar decisiones personales, acerca de cómo vivir al día de acuerdo con las normas y preferencias propias.

La autonomía es un valor en nuestra sociedad occidental, otras sociedades no exigen que las personas mayores sean autónomas.

Sostener la autonomía no es tan sencillo, con el paso de los años se suman algunas dificultades y muchas personas mayores tienden a delegar tareas. La autonomía es un valor de los últimos 50 años, antes era habitual que las personas mayores fueran dependientes económica, afectiva y socialmente de sus familias…o no?

Primero veamos a que llamamos dependencia: Es un estado en que las personas, debido a la falta o pérdida de autonomía física o psicológica necesitan algún tipo de ayuda y asistencia para desarrollar sus actividades diarias.

Un ejemplo sencillo: supongamos que nos fracturamos el brazo derecho, que este brazo es nuestro brazo dominante, hacemos todo con él: lavarnos los dientes, peinarnos, bañarnos , maquillarnos, hacernos un café…en fin …vamos a tener que estar con ese brazo inmovilizado y podríamos necesitar ayuda para esas actividades sencillas y diarias: bañarnos, hacernos de comer, hacer compras, usar la compu…

Como a las personas, a los pueblos puede sucederle lo mismo. Entonces que Quequén no envejezca más dependiente, y sea autónomo. Que pueda elegir su destino por medio de sus habitantes. Que tome el rumbo que más le convenga merced a la decisión de sus vecinos. Que padezca sus carencias porque le faltan recursos, y ahí estarán los pobladores para solucionar sus problemas. Pero siempre desde la razón de la autonomía.

El poder seguir sosteniendo autonomía y ser lo menos dependiente posible es un desafío para las comunidades. Así le pasa a Lezama como a otras localidades recién independizadas por el insistir de sus vecinos.

Y sí… todos estamos ocupados pero de vez en cuando como dice mi colega Elizabeth Budman deberíamos hacer un ejercicio muy sencillo:

-”dejar de mirarse el ombligo, que además genera mucha contractura cervical, para levantar la cabeza y mirar el mundo que nos rodea”…

Quequén se ha venido mirando el ombligo, valga la metáfora , desde hace muchos años. Y siempre las cosas la han desfavorecido. Ya es tiempo que los quequenenses sean autónomos. Que elaboren una asociación lógica y madura con sus vecinos, Lobería y Necochea en cuanto a los servicios que hoy no puede ofrecer y elaborar convenios sensatos.

Siempre la cuestión es encontrar el justo equilibrio. Pero es tiempo de ser libres y con identidad propia.

Foto: Quequén. Libre, autónomo y con identidad propia

Por Miguel Correa**  

Soy consciente que el tema que abordo es polémico, cargado de pasión, visceral y provisto de un sentimiento muy poco experimentado por muchos que reclaman su independencia. Me refiero a la autonomía para Quequén. Durante muchos años, quizás por el espacio que ocupaba profesionalmente, estuve convencido que la autonomía era contraproducente para Quequén y que quienes la reclamaban estaban influídos de una pasión inentendible.

Hoy la perspectiva que pueden dar los años, la independencia de pensamiento y otras cuestiones bastante menores me hacen pensar totalmente lo opuesto: ¡Quequén debe ser autónomo! Es un derecho que le pertenece a quien vive allí hace años, a quien nació en Necochea pero que era de Quequén de origen, y que debió ser inscripto como necochense.

Hasta podría pensarse que es una inmoralidad semejante situación. 

Si pudiéramos elegir, seguramente preferiríamos vivir con autonomía hasta el último día de nuestras vidas. Y a esta altura de la historia de ese pueblo postergado, olvidado, y menoscabado, es su hora: Debe ser autónomo.

A que llamamos autonomía? A la capacidad de controlar, afrontar y tomar decisiones personales, acerca de cómo vivir al día de acuerdo con las normas y preferencias propias.

La autonomía es un valor en nuestra sociedad occidental, otras sociedades no exigen que las personas mayores sean autónomas.

Sostener la autonomía no es tan sencillo, con el paso de los años se suman algunas dificultades y muchas personas mayores tienden a delegar tareas. La autonomía es un valor de los últimos 50 años, antes era habitual que las personas mayores fueran dependientes económica, afectiva y socialmente de sus familias…o no?

Primero veamos a que llamamos dependencia: Es un estado en que las personas, debido a la falta o pérdida de autonomía física o psicológica necesitan algún tipo de ayuda y asistencia para desarrollar sus actividades diarias.

Un ejemplo sencillo: supongamos que nos fracturamos el brazo derecho, que este brazo es nuestro brazo dominante, hacemos todo con él: lavarnos los dientes, peinarnos, bañarnos , maquillarnos, hacernos un café…en fin …vamos a tener que estar con ese brazo inmovilizado y podríamos necesitar ayuda para esas actividades sencillas y diarias: bañarnos, hacernos de comer, hacer compras, usar la compu…

Como a las personas, a los pueblos puede sucederle lo mismo. Entonces que Quequén no envejezca más dependiente, y sea autónomo. Que pueda elegir su destino por medio de sus habitantes. Que tome el rumbo que más le convenga merced a la decisión de sus vecinos. Que padezca sus carencias porque le faltan recursos, y ahí estarán los pobladores para solucionar sus problemas. Pero siempre desde la razón de la autonomía. 

El poder seguir sosteniendo autonomía y ser lo menos dependiente posible es un desafío para las comunidades. Así le pasa a Lezama como a otras localidades recién independizadas por el insistir de sus vecinos.

Y sí… todos estamos ocupados pero de vez en cuando como dice mi colega Elizabeth Budman deberíamos hacer un ejercicio muy sencillo:

-”dejar de mirarse el ombligo, que además genera mucha contractura cervical, para levantar la cabeza y mirar el mundo que nos rodea”…

Quequén se ha venido mirando el ombligo, valga la metáfora , desde hace muchos años. Y siempre las cosas la han desfavorecido. Ya es tiempo que los quequenenses sean autónomos. Que elaboren una asociación lógica y madura con sus vecinos, Lobería y Necochea en cuanto a los servicios que hoy no puede ofrecer y elaborar convenios sensatos.

Siempre la cuestión es encontrar el justo equilibrio. Pero es tiempo de ser libres y con identidad propia.

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