El agrónomo es una persona ingeniosa que dedica su actividad a mejorar el medio material que provoca el bienestar de la sociedad.
Es el artífice de la multiplicación de los panes y el creador de las fibras que a
brigan el cuerpo humano.
Su herramienta es la planta que la emplea para condensar la poderosa fuerza del sol en el suculento bocado que mitiga el hambre del mundo.
Dos disciplinas orientan su mente: la Ciencia y el Arte, porque ambas ponen en sus manos la facultad de extraer la esencia de la célula, microcosmos que vivifica la materia inerte.
Excita la civilización generando los alimentos que la sustentan y los licores que la estimulan, y crea los medios apropiados para favorecer su desarrollo.
Defiende su libertad cultivando el campo, porque es libre quien arranca del suelo los alimentos que lo nutren.
Su arte rústico lo habilita para transformar los últimos desperdicios en sabrosas legumbres, dulces frutos y seductores perfumes que inducen a la perpetuación de la vida.
Investiga los seres vivos para descubrir sus secretos; estudia el enigma de los genes y los combina y modifica generando razas más aptas para satisfacer sus exigencias.
Aplica su habilidad a domesticar los seres domesticables; atrapa los microbios para fertilizar el suelo; selecciona bacterias y hongos para hacer progresar sus industrias; perfecciona las plantas para lograr alimentos más abundantes y substanciosos; cautiva los animales para extraer de ellos sus múltiples productos.
Domina la selva porque de ella obtiene los materiales para su habitación y el papel para enaltecer su espíritu.
Le preocupa la paz combatiendo la miseria, madre de los más graves males; crea riqueza por medio del arado y el auxilio de los infinitos corpúsculos verdes alojados en el manto vivo que vincula el cielo con la tierra.
Su herramienta es la planta que la emplea para condensar la poderosa fuerza del sol en el suculento bocado que mitiga el hambre del mundo.
Dos disciplinas orientan su mente: la Ciencia y el Arte, porque ambas ponen en sus manos la facultad de extraer la esencia de la célula, microcosmos que vivifica la materia inerte.
Excita la civilización generando los alimentos que la sustentan y los licores que la estimulan, y crea los medios apropiados para favorecer su desarrollo.
Defiende su libertad cultivando el campo, porque es libre quien arranca del suelo los alimentos que lo nutren.
Su arte rústico lo habilita para transformar los últimos desperdicios en sabrosas legumbres, dulces frutos y seductores perfumes que inducen a la perpetuación de la vida.
Investiga los seres vivos para descubrir sus secretos; estudia el enigma de los genes y los combina y modifica generando razas más aptas para satisfacer sus exigencias.
Aplica su habilidad a domesticar los seres domesticables; atrapa los microbios para fertilizar el suelo; selecciona bacterias y hongos para hacer progresar sus industrias; perfecciona las plantas para lograr alimentos más abundantes y substanciosos; cautiva los animales para extraer de ellos sus múltiples productos.
Domina la selva porque de ella obtiene los materiales para su habitación y el papel para enaltecer su espíritu.
Le preocupa la paz combatiendo la miseria, madre de los más graves males; crea riqueza por medio del arado y el auxilio de los infinitos corpúsculos verdes alojados en el manto vivo que vincula el cielo con la tierra.
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