A punto de culminar la licencia tras la operación, la Presidenta se prepara para retomar su cargo el miércoles 25. Puede hacer caminatas, pero no ejercicios.
Por Gabriel Ziblat / PERFIL.COM
Minutos después de las 13, con un calor agobiante y el sol del mediodía resplandeciendo en todos los rincones, Cristina Kirchner arribó a la quinta presidencial de Chapadmalal. El lugar elegido para el merecido descanso, después de la operación en la que le extirparon la glándula tiroides, no será ni El Calafate ni en Río Gallegos, como se esperaba. La Presidenta, finalmente, decidió refugiarse en el chalet marplatense, en el que se hospedará por cuarta vez desde que el matrimonio Kirchner llegó al poder.
Hasta allí, llegó acompañada por su entorno más íntimo: sus hijos, Máximo y Florencia, y su nuera, Rocío García. Sin embargo, ninguno pudo aprovechar del sol. A eso de las 15, las nubes coparon el cielo, anunciando una lluvía que el servicio meteorológico ya venía pronosticando. De todas formas, a la distancia se pudo ver cómo dos personas llegaron a darse un chapuzón en la pileta.
Los viajantes partieron desde el aeroparque Jorge Newbery, a las 11.53. Luego de aterrizar en Mar del Plata, recorrieron en auto los treinta kilómetros restantes. Según se informó, disfrutarán de la casa, que tiene una imponente vista al mar, durante el fin de semana. Para Cristina, serán como unas minivacaciones de verano, antes de reincorporarse a su cargo, que hoy está en manos de Amado Boudou. El comunicado inicial estableció que la licencia sería hasta el 24 de enero. Y la Presidenta decidió respetar a rajatabla esa indicación, a pesar de que los especialistas sostienen que tras una tiroidectomía total, como la que le realizaron, el paciente puede volver a sus tareas habituales una semana después. Más aún, si se constata que el nódulo era benigno y no es necesaria la aplicación de yodo radiactivo.
El descanso presidencial, por estricta indicación médica, no incluirá deportes ni sol. Cuando su cirujano, Pedro Saco, la visitó el lunes en Olivos, Cristina indagó si podía retomar su rutina deportiva. La respuesta fue negativa. Los expertos sostienen que, a pesar de poder volver a la actividad normal, los pacientes no pueden realizar ninguna actividad física ni hacer movimientos forzosos, ya que correrían riesgo de que se formara un hematoma en la herida. Eso, por lo menos los primeros quince días, y ella ya está en ese límite (la operaron el 4 de enero).
Para evitar problemas en la piel, Cristina, coqueta ella, tampoco podrá descansar tomando sol. Los médicos coinciden en que deberá esperar entre dos o tres meses para exponer la herida a los rayos de sol. Incluso, sostienen que para salir a la calle, debe ponerse factor de protección total sobre la herida. De decidir exponerse igual, deberá aplicarse una venda, lo que le terminará dejando la piel blanca en esa zona.
Al igual que en todo el reposo, difícilmente la mandataria se desentienda de la gestión. Sus interlocutores, desde que estaba en el Hospital Austral, fueron Carlos Zannini, Oscar Parrilli y Boudou. El primero se encarga de las cuestiones políticas, el segundo de las operativas y el tercero de la gestión.
Como cada vez que un presidente se instala allí, el lugar se revoluciona. La Policía y la Prefectura alistan a sus agentes para la custodia, el personal doméstico ultima los detalles y los cocineros elaboran un menú especial. La seguridad presidencial se encarga de que el lugar sea prácticamente inaccesible. La playa privada queda cercada por agentes en jeep a unos 500 metros de distancia. Incluso, también están preparadas las motos de agua, para intervenir si alguien intenta llegar por esa vía. Ayer, la custodia alejó del predio a los fotógrafos presentes y también a los pescadores que estaban en una escollera, a más de 700 metros del predio.
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