EL CLIMA

,,

6/02/2013

Estación y la página más gloriosa Se cumplen 25 años del histórico ascenso al Nacional B

Por Adrian Stolarczuk - Redacción Ecos Diarios

Nunca antes se había alcanzado semejante logro, nunca más nuestro fútbol volvió a estar tan alto. Por eso cada año, cada lustro que pasa, el histórico ascenso de Estación Quequén al Nacional B en 1988 gana en trascendencia, emotividad y gloria. Las jugadas de la final con Olimpo de Bahía Blanca se vuelven “maradonianas”, los goles de la campaña se trasforman en obras de arte futboleras y cada integrante del plantel en parte de una lista de héroes en pantalones cortos, intactos, grabados en la memoria con la sonrisa de aquellas tardes. Integrando para siempre la historia grande de nuestro deporte, pase lo que pase de aquí en más. El próximo miércoles se cumplen 25 años de aquella fría tarde del domingo 5 de junio de 1988, cuando 10.000 almas colmaron el estadio de Rivadavia y fueron testigos de un momento único.



En primera persona

Quienes lo vivieron como nadie y aún disfrutan en su memoria de esas sensaciones, son los integrantes de aquel histórico plantel, cuerpo técnico y jugadores. Una voz de referencia es la de Sergio Mainardi, talentoso mediocampista de aquel equipo que hace 25 años vencía en la final a Olimpo por 1 a 0 y, que tras la igualdad 1-1 en el partido de ida en Bahía Banca, se consagraba campeón del Torneo del Interior, consiguiendo así un lugar en el Nacional B por primera vez para nuestra Liga. “Fue lo más importante que me pasó en la vida, sinceramente, como jugador tuve chances de dejar la ciudad, pero ese cariño fue siempre importante para mí y la gente siempre me lo recuerda cada vez que me encuentra por la calle”, reconoce Mainardi en un sentimiento que se hace eco en la mayoría de sus compañeros. “Había un grupo humano excelente y a medida que fuimos avanzando la unión se hizo más fuerte, todos tirábamos para el mismo lado, teníamos mucha hambre de gloria. Y lo que más rescato es que éramos todos chicos de acá, había jugadores de afuera pero pocos, la base fundamental era del fútbol local”.



Nombres en letras doradas

En el banco, el plantel tuvo como conductor a Orestes “Quito” Ortíz, justamente un símbolo de Estación Quequén, que supo sacar lo mejor de un grupo cuya base se formó y forjó en aquellos inolvidables seleccionados juveniles de Necochea que dominaron la provincia a principios de los años 80. Una camada histórica, única para la rica cantera de Necochea y Quequén. Individualidades en alto nivel conjuraron un equipo en consecuencia. Desde el arco con Javier Erasun; la firmeza en el fondo de la dupla conformada por Carlos “Conejo” Pérez y el “Mela” Claudio Fabián Mainardi; el ida y vuelta de los laterales Guillermo Dindart y Carlos Beguiristain; en el medio campo el despliegue y la entrega del “Negro” Mario Alberto Márquez y Hugo Molina, y el talento de Sergio Mainardi; y en la ofensiva la velocidad de Pablo Germán “Gualicho” Dialeva, la picardía y calidad de Ricardo Guerrero y la potencia goleadora de “Paquillo” Sánchez.

Además de los nombrados, conformaron el plantel Pedro “Cacho” Dinizio, José Beguiristain, Claudio Oliver, Julio Starópoli, Miguel Angel López, Alejandro Fernández, Gustavo Portugal, Carlos Daniel Fernández, Sergio Portugal, Gustavo Cárdenas, Mateo Martínez Kressi, Carlos Coste, Luis Lambertini, Esteban Modesto, Carlos Alberto Alvarez, Carlos Albero González y José Luis Vigñals.

En lo físico no se improvisó y el trabajo del profesor Jorge Daniel Casaprima, que vino desde La Plata y se aquerenció a nuestra ciudad, fue parte fundamental del logro en un muy largo y desgastante torneo. Completaban el cuerpo técnico encabezado por Ortiz, el médico Juan Garralda, el masajista Osvaldo Giussi, el utilero Alberto Ortiz y Marcelo Bustos como colaborador.

A la hora de los recuerdos más vívidos de aquellos días, Mainardi asegura que “los tengo desde la primera fase hasta la final. Los viajes, los partidos, cómo nos divertíamos, quedarnos hasta las 5 de la mañana jugando a las cartas”. Un estadio lleno de anécdotas que será eje de la charla en la cena del reencuentro que tendrá este grupo el próximo sábado en el Centro Vasco.



Paso a paso

La campaña coronada con la gloria fue extensa y con escollos de fuste. Primero dejó en el camino a Quilmes de Tres Arroyos, Defensa de Dolores, Los Del Clan de Madariaga y Alumni de Azul para luego en la etapa clasificatoria provincial superar a Estudiantes de Olavarría, sortear los inolvidables enfrentamientos con Deportivo Norte de Mar del Plata, luego a Ferrocarril Sud de Tandil y a Argentino de Pehuajó.

Así llegó el turno de los cruces del Zonal Sudeste. En la instancia de cuartos de final, el primer rival fue Sol de Mayo de Viedma, Río Negro, cayendo en el partido de ida como visitante 2-1 y consiguiendo el pasaporte con un 4-2 como local. En semifinales se encontró nada menos que con Almagro quien había perdido la final de Primera B en manos de Talleres de Remedios de Escalada. Estación ganó en la ida como local 1 a 0 con gol de “Paquillo” y perdió en José Ingenieros por el mismo resultado por lo que hubo que recurrir a una definición por penales que transformó en “héroe” al arquero Erasun.

Olimpo había dejado en el camino en los play off a Argentinos del Sud de Gaiman y San Martín de Mendoza, y llegaba como uno de los colosos de la Provincia de Buenos Aires, capitaneado por el goleador Raúl “Ruso” Schmidt y la dirección técnica de Julio César Fernández.



“Te explota el corazón”

Sobre aquel 5 de junio, Mainardi recordó “ya el sábado fue una fiesta, porque nos teníamos una fe enorme, porque en el primer partido habíamos traído un buen resultado. Queríamos que fuera domingo, teníamos mucha confianza. Llegar a la cancha y ver ese marco fue tremendo. Emocionante entrar por ese aro rompiendo el papel. Todo. Durante el partido, más allá de que Olimpo tenía un muy buen equipo, a medida que pasaban los minutos nos daba más confianza. Y bueno, con el gol, sentís que te explota el corazón. Uno lo siente en el alma y lo grita, y ve como la gente lo disfruta. Mucha gente lloraba de emoción”.

El gol más importante en la historia del fútbol local lo firmó Luis Eduardo “Paquillo” Sánchez y tuvo como autor intelectual al inolvidable Ricardo “Calija” Guerrero, dueño del pase con el que nació la jugada. “Paquillo” ingresó con pelota dominada al área y definió con su sello goleador ante la salida del arquero Mércuri para generar el grito futbolero más estremecedor de nuestro fútbol, sólo comparable con el que llegó tras el pitazo final del juez Padilla. Después, los festejos inundarían toda la ciudad con las caravanas de camiones y autos.



La promesa

“Al final de ese día, después que ya habíamos festejado con la gente en las calles y en el club, nos fuimos en el micro hasta Costa Bonita, paramos unos 4 o 5 kilómetros antes y fuimos corriendo hasta la Virgen en la playa para darle las gracias, cumpliendo una promesa que habíamos hecho con el grupo. Ir corriendo bajo la llovizna viento en contra, con el frío que hacía esa noche todos juntos, fue un final increíble. Yo me acalambré, llegamos muertos, pero fue la mejor manera de cerrar todo como grupo. Esa unión es la que nos dio todo lo que pasó. Es por eso que se logró lo que se logró”, remarcó Mainardi.

Estación Quequén, con un plantel genuino nacido en los potreros locales, escribió la página más gloriosa de nuestro fútbol. Una historia que aunque se repite en el relato no deja de ser única. Que cada generación debería conocer como ejemplo y como el objetivo. Soñando con repetir lo que este grupo logró hace ya 25 años.///

FOTOS DEL RECUERDO (5 fotos)

No hay comentarios: